Ciencia que estudia los valores

La ciencia de los valores se conoce como

Ciertos valores sustentan la cultura de la investigación y se sitúan en el centro del sistema de investigación. Subyacen a los procesos y resultados de la investigación, así como a su gestión y gobernanza. A pesar de su influencia central, estos valores son a menudo presumidos y no están escritos.

Este marco compartido es una referencia y establece una base para la evaluación y la adaptación: al hacerlo, contribuye a la evolución de la cultura de la investigación. Las definiciones de los valores que se enumeran a continuación deben considerarse flexibles para dar cabida a una diversidad de prácticas y culturas, y según las necesidades específicas de los distintos ámbitos y entornos.

Apoya el carácter autónomo de la investigación y subraya la importancia de que la comunidad investigadora y las organizaciones de investigación sean libres de perseguir y expresar ideas y de seguir los procesos, las cuestiones y las actividades de investigación que elijan de forma responsable y de acuerdo con sus conocimientos, intereses y prioridades.

Refleja la necesidad de que los procesos y las actividades de investigación, así como la comunidad investigadora, cuiden y nutran el ecosistema en el que existe la investigación, incluyendo el uso responsable de los recursos y otras consideraciones sociales/sociales. Destaca la responsabilidad de toda la comunidad investigadora en la creación y el mantenimiento de un entorno de apoyo y respeto, libre de intimidación y acoso, para todos los implicados en el proceso de investigación, facilitando el crecimiento individual y grupal.

Valores científicos

La ciencia como actividad humana se relaciona con diferentes valores humanos, y por tanto es susceptible de valoración ética, tanto por sus consecuencias, como por su proceso y su acción. Por ello, la ética no puede separarse del análisis científico, como pretendía la concepción heredada. Es necesario investigar y conocer las diferentes razones de los científicos para realizar unas u otras investigaciones. La práctica científica es una responsabilidad social, y un científico no debe adoptar comportamientos contrarios a esa responsabilidad, porque puede producir consecuencias no deseadas. Este artículo pretende analizar cómo en la actividad científica debe primar la ética.

Durante décadas se ha aceptado el hecho de que la ciencia consistía exclusivamente en conocimiento y estaba libre de valores, como sostenían los neopositivistas y el empirismo. Estas escuelas establecían una clara diferencia entre los juicios de hecho y los juicios de valor, en la que la ciencia se reservaba para los juicios de hecho, despreciando cualquier juicio de valor en la actividad científica, como escribió Ayer la ciencia nunca discute sobre cuestiones de valor, sólo sobre cuestiones de hecho.1 Más adelante, Ayer atestigua que los juicios morales no son juicios reales; no significa que no sean importantes o que aducir argumentos a su favor sea imposible, sino que estos argumentos no funcionan como la lógica o los argumentos científicos.2 En términos del positivismo de Ayer, es clara la exclusión de los valores de cualquier análisis e intervención en la ciencia, escapando de los enunciados analíticos únicos, capaces de veracidad o falsedad, y en consecuencia, los valores corresponden a expresiones de sentimientos y no tienen significado científico.

Ciencia y valores humanos

Este artículo examina la relevancia de los datos de las encuestas sobre las actitudes de los científicos acerca de la ciencia y los valores para los estudios de casos en la filosofía de la ciencia. Describimos dos desafíos metodológicos que enfrentan tales estudios de caso: 1) las muestras pequeñas, y 2) el potencial de sesgo en la selección, el énfasis y la interpretación. Se dan ejemplos para ilustrar que estos desafíos pueden surgir para los estudios de casos en la literatura de ciencia y valores. Proponemos que estos problemas pueden mitigarse mediante un enfoque en el que los estudios de casos y los métodos de encuesta se consideren complementarios, y utilizamos datos de la Iniciativa de Diálogo de la Caja de Herramientas para ilustrar esta afirmación.

Steel, D., Gonnerman, C., O’Rourke, M. (2017). Actitudes de los científicos sobre la ciencia y los valores: Estudios de caso y métodos de encuesta en filosofía de la ciencia. Estudios de Historia y Filosofía de la Ciencia Parte A 63: 22-30. DOI: https://dx.doi.org/10.1016/j.shpsa.2017.04.002.

5 valores científicos

Un libro dedicado a abogar por la infusión de la ética y los valores en la enseñanza de las ciencias se basa en el supuesto de que la ética y los valores desempeñan un papel importante en la ciencia y que ignorar este hecho disminuirá la comprensión de los estudiantes de la verdadera naturaleza de la empresa científica. Pero esta suposición no es aceptada ni apreciada por la mayoría de los estudiantes de secundaria, ni por todos sus profesores. Cuando se les pregunta por la conexión entre la ética y la ciencia, muchos profesores de ciencias harán referencia a cuestiones como el fraude científico y el plagio que ocasionalmente han aparecido en los titulares. Por lo general, consideran que estos comportamientos son la excepción y no la regla, y profesan la creencia de que la ciencia es, en su mayor parte, una actividad objetiva y libre de valores practicada por individuos honestos y morales. No se trata de negar que el comportamiento fraudulento entre los científicos sea inusual, sino de subrayar el hecho de que la ciencia es el producto de la actividad humana y, como tal, implica inevitablemente una amplia variedad de opciones y juicios cargados de valores, muchos de los cuales tienen dimensiones éticas.